Artista hizo escultura con restos del viejo Muelle de Puerto Colombia
La elaboración de la obra tuvo una duración de ocho días.
Así como en la mitología griega el ave Fénix renace de las cenizas, una parte de los restos que dejó la demolición del muelle de Puerto Colombia pasaron a mejor vida, esta vez para convertirse en otra ave, una garza.
El animal fue elaborado por Alfredo González Cantillo, un porteño de sesenta años, que lleva la mitad de su vida creando figuras artísticas utilizando toda clase de materiales, siendo esta especie su más reciente obra.
A raíz del anuncio de demolición del muelle para iniciar su proceso de reconstrucción, el artista plástico quiso preservar el legado histórico que guardan esos escombros antes de que fueran sometidos al olvido, por lo que unió la mayor cantidad posible, entre grandes y pequeños, para unirlos con varillas soldadas y algo de cemento.
La obra, que tuvo una duración de ocho días, fue realizada de adentro hacia afuera, tomando como base piedras grandes para tener sostenibilidad, y más tarde se utilizaron piedras de menor tamaño para rellenar y definir las partes más delicadas como las patas y el pico, las cuales se forraron con plástico.
Con respecto a la idea de que su creación artística haga parte de la ambientación del nuevo muelle, una vez el proceso de reconstrucción finalice, el escultor afirma que le gustaría pero no ha recibido propuestas concretas. De hecho, en los próximos días intentará comunicarse con la administración del municipio para ver qué decisión se tomará.
Al preguntarle a Alfredo González acerca de su inclinación por esta clase de animal, expresó: “La garza es nativa de la Costa Atlántica, es algo representativo de nosotros. Siempre me he identificado con el mundo marino, con los acuarios, y esto se debe a que antes de dedicarme a la escultura, fui pescador por muchos años”.
Precisamente, gracias a su afición por las maravillas del mar, en la plaza principal de Puerto Colombia reposa una escultura de gran formato denominada ‘Mundo Marino’, conformada por una montaña de coloridos peces y otras criaturas que se pasean por el océano. La figura cuenta ya con once años y es una de las más conocidas de Alfredo.
El artista, quien se define como “un hombre tranquilo, conversador y ‘amiguero’”, dicta talleres a niños en la antigua estación del ferrocarril, de forma gratuita, suministrándoles los materiales, con ayuda de otras personas de la comunidad, para incentivar espacios artísticos mediante la creación de sus propios disfraces y máscaras.
Como cualquier bohemio, no tiene horarios, el arte ocupa su vida sin permiso. Incluso en su tiempo libre, Alfredo empieza a “necear”, de manera espontánea agarra lo que tenga cerca y con eso empieza a dar vida a cualquier figura, fue en medio de esa inquietud y “necedad” como nació ‘La Garza’.